Estábamos en pleno desayuno familiar un sábado caluroso de abril, cuando mi hermano dijo algo que hizo a mi madre soltar una carcajada. Al oírla, lo primero que pensé fue: "Sonó igual a mi tío". Aquella risa escandalosa, un tanto ronca, dejando un sorbo de aire entre cada "ja".
Mi tío, el hermano mayor de mi mamá, suena igual o muy parecido cuando ríe. Este pensamiento me hizo preguntarme: ¿quién más se ríe parecido a ellos dos? Me di cuenta de que mi hermano sonaba similar, mi abuela también, mi tía abuela y, a veces, ¡hasta yo sonaba parecido!
¿Será la risa heredada?
Mi risa ha cambiado mucho con los años, según mi parecer. Me puse a pensar en su evolución: la manera en que tomo aire, el sonido inicial que desata la entonación de la jota. La risa, cuando es genuina, es como respirar. Viene de lo más profundo, de la necesidad de expulsar aire con ruido; es dar vida a aquello que existe en nuestro silencio.
Pero no sé si puedo decir que la risa es heredada. Es más, tuve que investigar para aclarar esta duda que me surgió, porque me parecía extraño pensar que algo como la risa pudiera heredarse, como si estuviera en nuestros genes reír como nuestros padres o abuelos. Aparte, por mucho que a veces mi escandalosa risa tenga algún parecido con la de mi madre, mi risa tiene un tono particular.
La risa, cuando es genuina, es como respirar. Viene de lo más profundo, de la necesidad de expulsar aire con ruido; es dar vida a aquello que existe en nuestro silencio.
En parte, creo que esto ocurrió al crecer con amistades a quienes les gustaba reírse de forma burlona y ruidosa. Mi mejor amiga de la infancia, una salvadoreña con opinión testaruda y una risa que parecía nacer de la burla hacia otros, tenía un tono peculiar y hasta un tanto imitable. Creo que por unos años empezamos a reírnos muy parecido: ella imitaba mi manera escandalosa de respirar entre risas, y yo imitaba su manera inicial de reír en "JÁ" con mayor entonación. Luego de un tiempo de no ser amigas, estoy casi segura de que ella no se ríe igual que yo, y a mí se me ha olvidado cómo iniciar la risa burlona.
He empezado a salir con alguien que tiene una risa muy particular. Me encanta. Es más, creo que es una de las primeras razones por las que me interesé en él. He escuchado a su madre y a su hermano reír, y entre ellos tienen un tono de risa similar, con un volumen parecido, un tono alto y puntiagudo. En cambio, él ríe con un tono más grueso y casi inaudible. Pierde la respiración entre su risa y queda un rasgo de aire raspando su garganta que vibra visiblemente.
Es cierto. Entre familias, la gente se ríe muy parecido. Pero, como pregunta Carl Zimmer, autor de Ella tiene la risa de su madre (She Has Her Mother's Laugh): "¿Son los genes o el entorno: ¿innato o adquirido?". En su libro, Zimmer logra una mezcla perfecta y deliciosa de ciencia y prosa para explorar la genética y cómo esta se involucra en nuestro desarrollo personal, desde los primeros estudios hasta el presente. En una entrevista con National Geographic, a Zimmer se le preguntó si la risa es heredada, a lo que él respondió:
"Los genes que heredas podrían estar implicados en que tu risa se parezca a la de tus padres, pero también creces con ellos y les oyes reír, y somos una especie muy imitadora".
La imitación, el vernos espejados en el otro, especialmente en aquellos que nos moldean al nacer. Si alguien me pidiera que imitara la risa de alguien que amo, probablemente lograría escucharla en mi cabeza casi inmediatamente; imitarla dependería de qué tan bien puedo actuar. ¿Acaso no es a eso a lo que los humanos dedicamos mucho de nuestra personalidad? A la imitación, a pretender, a probarnos varias máscaras y ver cuál se siente más cómoda. Nos convertimos en las 5 personas más cercanas a nosotros. Y por muy poco original que sea ser alguien más que tú misma, es fascinante cómo algo tan simple como reírnos puede ser influenciado por nuestro entorno.
Amo reír. No sé qué tan única sea mi risa; ahora considero que es una reverberación de las risas que más escucho: la de mi madre, la de mi hermano o hermana, la de mi pareja, la de mi mejor amiga.
Bueno, ya mucho parloteo y filosofada. Pero gracias a esta pregunta, también me nació un poema. Pero antes, te pregunto
¿Conoces el sonido de tu propia risa? ¿A quién te recuerda?
No tengo la risa de mi madre
No tengo la risa de mi madre. No, no la tengo, aunque se parezca. Escucho a mi madre reír en una habitación llena de gente. Ella del otro lado del salón y yo casi por la entrada. Pero oigo el sonido retumbando por los espacios, llega a mis oídos y sé que es mi madre.
Cuando era pequeña, podía escuchar a mi hermana reír a través de los salones de clase. Se me va la cuenta de las veces que oírla reír me provocó la risa sin querer. Mi hermana y yo reímos al mismo tiempo y el eco se convierte en uno— Y entonces escucho la risa ronca de mi papá, la proyección de mi hermano.
Cuando me pongo nostálgica a solas, escucho tu risa. Te di un apodo que rima con tu nombre y tu risahermosa. Si te hago reír, mi cuerpo respira de nuevo, y me río contigo.
A veces nos quedamos sin aire juntos y cuando regresa el sonido al cuerpo suena como un mismo retumbar: la risa heredada, la risa imitada. Quién diría, pero la risa me hace amar al mundo un poco más profundo.